martes, 9 de abril de 2019

Mi vecino el travesti


Mi vecino era un travesti, de maquillaje barato, y ropa repetida.

Olía a perfume y axila.

Raquítico como una escoba, de pelo largo y mal cuidado.

El personaje de la cuadra, a quien todos molestaban, pero nadie se atrevía a enfrentar, simplemente porque él o ella, tenía mucha más calle.

Si alguien se burlaba, sacaba voz de hombre, y todos se asustaban, pero luego transformaba en voz de nena y te lanzaba un beso.

Yo le tenía miedo, para mí era como ver un perro con sarna.

Cuando me mandaban a comprar pan, yo cruzaba a la acera contraria a la que él (o ella) estaba.

Una vez, salí del negocio y estaba afuera, me pidió cien pesos y yo salí corriendo, de hecho, se me cayo la bolsa con los huevos que había comprado.

Cada vez que me portaba mal, mi padre me amenazaba que llegaría el travesti de la vuelta y me raptaría.

Yo soñaba con eso, despertaba llorando.

Mi madre retó a mi padre, le dijo literalmente: No quiero que asustes más al niño con ese gay.

Pero fui creciendo y el miedo se transformó en una simple omisión.

Siempre lo veía en la calle, con la misma ropa, oliendo a perfume y axila.

Siempre saludaba, me decía el Pepe Grillo, pero no le daba importancia.

Una vez, me metí en un lío con los chavos de La otra colonia, me iban a golpear.

Me sorprendieron llegando a su colonia, eran cuatro, me tiraron al suelo y uno sacó un cuchillo, el otro me rompió  la camisa  y quedé con la panza descubierta.

Pero en ese instante, apareció el travesti, tres de ellos salieron arrancando, salvo el del cuchillo, los dos de manera casi tácita tomaron un duelo; el travesti les pegó dos madrazos en la cara y otro en la mano.

Me sorprendí, y me quedé ahí, callado.

Me quede sólo con él y me dijo: “Te apuesto que es por la bronca de la chava de su colonia, ten cuidado, a esa Mujer le gusta meter a los chavos en problemas”.

Le dije gracias, y me pidió cien pesos, tenía cincuenta, se los pasé.

Prendió un cigarro y se fue.

Desde ese día, ya lo saludaba, al menos le movía la cabeza, pero si yo iba con alguien, siempre lo negaba.

Perfectamente me podría haber dicho algo, pero fue respetuoso, se hacía el loco, al parecer entendía perfectamente lo que él representaba para los demás, pero no le importaba, creo.

Mi madre falleció de un derrame cerebral, de un día para otro.

Estábamos en el velorio, y a eso de las 12 de la noche apareció el travesti, fue con unas rosas que había sacado de por ahí.

Nadie dijo nada, salvo yo, que le dije gracias, me esbozó una sonrisa y se fue.

En el funeral, mientras estábamos en el desgarrador entierro, vi que desde unos metro más allá estaba aquel tipo fumándose un cigarro, y a lo lejos me preguntó ¿Estás bien?

Yo le hice un gesto de “sí”.

Ya tenía 15, y aun no daba mi primer beso, y la única que me daba chance era la chava por la que me había metido alguna vez en problemas, no sabía cómo hacerlo.

Yo creo que el travesti me miró por mucho tiempo que ya me conocía de memoria.

Recuerdo que se me acercó y me dijo: "Parece que aún no te haces respetar mi Pepe Grillo".

Me tomó de la cintura, y me asusté: “Así la agarras y me dijo: entonces la plantas un beso”, yo le dije que se podía sentir abusada, o algo así, me dijo que no fuera ingenuo, que ella hace rato me daba chance, era yo el torpe y distraído.

Crucé la colonia entre todas esas casas de mala muerte, calles de tierra y terrenos baldíos...

Me acerqué a la chica, la tomé de la cintura y le planté el beso.

La solté, puso cara de contenta, y salí rápidamente, como pedo de indio.

Venían como diez, y el travesti los esperó a la entrada de mi colonia… ahí nadie fue capaz de entrar.

Me gritaban que me defendía detrás de la falda de un “puto”.

-Me preguntó cómo me fue y le dije que bien, se puso a reír y me dijo que ya estaba grande.

Mi papá veía el fútbol, mientras yo, sacaba carne de la parrila y las guardaba en una servilleta, salía escondido y se las pasaba a esta “loca”

Crecí.

Me transformé en un pelado de 20 años, estudiaba en Querétaro, y cuando volvía a mi terruño, ahí estaba.

Cara dura me decía que el “Pepe Grillo” estaba guapo, yo me reía no más.

Y todas las vueltas era lo mismo.

En los veranos salía con short a tomar el fresco en la puerta, y le tiraba una lata.

Él no paraba de toser, le dije que dejara el cigarro, pero él ni en cuenta.

-Cuando había platos únicos, él se ofrecía a ayudar para cocinar, pero todos lo negaban.

Yo le dije a mis tías que lo dejaran, pero pusieron el grito en el cielo, que estaba cochino...que era un puto...

Era marzo, y me preguntó que porque no me iba a Querétaro, le dije que no había dinero, mi padre estaba hasta el cuello lleno de deudas, yo estaba obligado a trabajar.

Me dijo que eso no era posible, así que me pasó mil doscientos pesos en monedas de diez y billetes de cincuenta.

No sé en qué espacio vivía, pero se notaba que no entendía mucho, yo me puse a reír, no sé, su gesto me puso contento.

Entendí que era como un perro golpeado, de la calle, ignorante del universo, pero siempre fiel con la gente de la colonia.

Armamos un negocio con mi padre, un almacén, y nos faltaba alguien que hiciera el aseo, yo le dije que le diera chance…

Pero mi viejo se negó, tajantemente.

Traté de hacerle ver que era buena persona, que le dieran una oportunidad.

Mi papá a regañadientes aceptó.

Le presté la ducha y le compré ropa nueva.

Se cortó el pelo y parecía otro.

Pero su gesticulación era la misma de siempre, con esa voz amanerada contando mentiras divertidas.

Mi papá se acostumbró, igual los tiempos habían cambiado, de ser un bicho raro pasó a ser persona.

Desde ahí todos le respetaban en la colonia, alguno que otro favor pagado, y este se gastaba el dinero en cigarros, pero se veía contento.

Pude volver a la universidad, estaba ya en el último año.

Regresé a mi terruño, con una noticia: iba a ser papá.

Mi padre me felicitó y esta “loca” también, me dijo que me iba a tener un regalo para la ocasión, que lo esperará.

Al otro día, desperté a ayudar a mi viejo al almacén, y este loco no había llegado a trabajar.

Según mi papá, quizás se había quedado borracho, por ahí.

Pero lo conocía, era extraño que saliera de la colonia.

Las horas pasaban y no aparecía.

Hasta que se acercó la policia, preguntándonos si conocíamos a un "puto" que se llamaba Cristian Lumier, mi papá dijo que no… pero yo sí, era su nombre.

Pregunté qué pasaba…

… Lo encontraron tirado, lleno de cicatrices, apuñalado en todos lados, con una botella que le atravesó el ano, con la nariz partida en dos, sin dientes… y con un paquete de pañales a su lado...

Aún me duele el corazón.

Se fue, era parte de mi vida, me lo arrebataron.

Se fue mi infancia, se fue la mitad de mi vida con ella/él.

Sentí y siento un gran vacío, y que nunca pensé que ella estaba a cargo de llenar.

No dije nada, mi padre tampoco.

Estaba mudo, hipnotizado, pregunté donde había pasado, pensé que quizás fueron los de La colonia de en frente, pero no... desconocidos, a quienes nunca encontraron, y que no sé si hayan ubicado con tanto ímpetu, después de todo ella solo era un vagabundo, disfrazado, una loca que de alguna forma tenía que morir, daba lo mismo si en el río o en la calle.

No hice nada, aún estaba sin decir nada.

La gente de la colonia juntó dinero, sumada a la que una vecina consiguió en la presidencia municipal, con eso pudimos darle un entierro digno.

Llegaron muchos travestis, uno que otro individuo "normal"...

Quise llorar, pero nadie lo hacía, porque simplemente a nadie le importaba tanto un simple puto..., sentí vergüenza de hacerlo.

Me aguanté la pena, me tragué la saliva y me fui a casa.

No podía dejar de dormir.

Me dolía la cabeza, la pena me tenía un tanto agripado.

Me senté afuera, muy tarde y vi entrar a un perro, se veía mal tratado y no se quería acercar.

Lo llamé, pero no se decidía.

Entré a la casa y saqué un pedazo de carne, lo dejé a mi lado y empezó a comer, le acaricié la cabeza… y mi pena se desató, y mis lágrimas empezaron a salir desde mi corazón, para desembocar en el lomo de aquel perro.

Perdóname.

Mi perrito callejero, mi amigo" la loca", mi guardián...un Caballero perdido", Mi hermano sin hogar... Mi centinela.

Te tenías que morir de cáncer de pulmón, no así, humillado, como cachorrito envenenado.

Cada vez que sueño contigo"cabron", ya no eres esa pesadilla que me despertaba a gritos, sino que ahora eres tu un sueño...esa bella princesa que corre por la luna y que sigo por el universo y que repito mil veces que fuiste mejor persona que muchos "normales" Mi amiga(o) fiel, la contadora de cuentos, mi bella hermana, aquella que dejó su sombra en la entrada de esta colonia y que me espera para decirme mi Pepe Grillo.

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miércoles, 12 de abril de 2017

¿QUÉ DICE EL BUDISMO SOBRE EL SUFRIMIENTO HUMANO?


Las enseñanzas del budismo suelen centrarse en propiciar la liberación del sufrimiento y el camino que debemos recorrer para alcanzar la iluminación total, siempre procurando el beneficio de todos los seres. Parte de esta tradición es el tema del sufrimiento, el cual es tratado por el budismo en las llamadas cuatro verdades nobles.

Las cuatro verdades nobles dictan lo siguiente:

Primera verdad

La vida está llena de sufrimiento. Los humanos enfrentamos de manera constante ira, miedos y distintos tipos de tristeza. El nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte son sufrimiento, pues representan la separación de lo que es agradable o el fracaso en la obtención de lo que se desea. La continuación de esta idea se encuentra en las siguientes cuatro verdades.

Segunda verdad

El sufrimiento es consecuencia del apego. Dado que nos aferramos a las metas, los objetos y las personas, sufrimos cuando las perdemos, pero en realidad todo es transitorio. El deseo también genera sufrimiento, ya que las expectativas llevan a la decepción.

Tercera verdad

El cese del sufrimiento es posible mediante el desapego. Es necesario renunciar al deseo.

Cuarta verdad

El camino hacia el propio mejoramiento es el camino óctuple, un método que consiste en moderar la gratificación hedonista con la autonegación ascética; es decir, elegir el camino correcto y tener como finalidad el mindfulness y la sabiduría luminosa.

Estas cuatro verdades nobles deben comprenderse mediante un esquema sencillo: la primera verdad debe reconocerse y comprenderse, la segunda verdad debe abandonarse, la tercera verdad debe ser realizada (cesar el sufrimiento por el apego y el deseo) y la cuarta verdad debe ser desarrollada, pues se trata de un camino hacia la iluminación.

La popularidad del budismo en Occidente parece ir en aumento. Aprovechemos este fenómeno para retomar las ideas que puedan ayudarnos a construir un mejor mundo y a desarrollar nuestras capacidades espirituales.

miércoles, 5 de abril de 2017

23 palabras para definir sentimientos inexplicables

La lista fue creada por el diseñador John Koenigs, nombrándola como “El Diccionario de los Dolores Oscuros”.
A muchos nos ha pasado que tenemos una sensación, un sentimiento para el cual aún no existe una palabra que lo exprese y que solo denominamos como un “algo”. Sin embrago esto ya no es tan así. En redes sociales está circulando una lista de las 23 palabras que describen sentimientos y sensaciones que la RAE y los diccionarios tradicionales no han sido capaces de definir.
 Las nuevas 23 palabras han sido inventadas y escritas por el diseñador, editor y artista gráfico, John Koenigs, que lo nombró "El Diccionario de los Dolores Oscuros". Desde su creación en 2009, este catálogo se ha dedicado a recopilar un léxico de emociones y sentimientos que aún no existen las palabras para describirlos.
 En T13.cl te mostramos las 23 palabras que expresan sentimientos inexplicable:
 1. Sonder La comprensión de que cada persona tiene una vida tan intensa y compleja como la nuestra.
 2. Opia La extraña necesidad de mirar a alguien a los ojos, lo que puede dar al mismo tiempo una sensación invasiva y vulnerable.
 3. Monachopsis La sensación sutil pero persistente de estar fuera de lugar.
 4. Énouement El sabor agridulce de haber llegado al futuro, ver cómo han salido las cosas, pero no ser capaz de decirnos a nosotros mismos cómo fue nuestro pasado.
 5. Vellichor La extraña nostalgia hacia viejas librerías.
 6. Rubatosis La inquietante conciencia de sentir nuestro propio latido del corazón.
 7. Kenopsia: La sobrecogedora atmósfera triste de un lugar que normalmente se llena de gente, pero ahora está abandonado y tranquilo.
 8. Mauerbauertraurigkeit El impulso inexplicable de alejar a la gente, incluso amigos cercanos que realmente estimamos.
 9. Jouska Una conversación hipotética que surge compulsivamente una y otra vez en tu cabeza. 10. Chrysalism La tranquilidad hipnotizante de estar encerrado durante una tormenta eléctrica.
 11. Vemödalen La frustración de fotografiar algo increíble cuando ya existen miles de fotos idénticas.
 12. Anecdoche Una conversación en la que todo el mundo habla, pero que nadie está escuchando. 13. Ellipsism Esa tristeza de no tener la capacidad de saber el cómo terminará esa historia.
 14. Kuebiko Un estado de agotamiento inspirado por los actos de violencia sin sentido. 15. Lachesism El extraño deseo de ser víctima de un desastre - como se capaz de sobrevivir un accidente aéreo, o perder todo en un incendio.
 16. Exulansis La tendencia a renunciar a hablar acerca de una experiencia porque la gente es incapaz de entenderla.
17. Adronitis La frustración ante el tiempo que se tarda en llegar a conocer a alguien.
 18. Rückkehrunruhe La sensación de volver a casa después de un viaje inmersivo sólo para descubrir como se desvanece rápidamente de nuestra conciencia.
 19. Nodus Tollens La comprensión de que la historia de nuestra vida deja de tener sentido para nosotros.
 20. Onism La frustración de estar atrapado en un solo cuerpo, que es capaz de habitar un solo lugar a la vez.
 21. Liberosis El deseo de que las cosas y situaciones nos importen menos.
 22. Altschmerz Cansancio hacia los mismos viejos problemas que siempre hemos tenido - los mismos defectos aburridos y ansiedades que nos han estado atormentando por años.
 23. Occhiolism La conciencia de lo pequeña que es nuestra perspectiva.

 Revise aquí la presentación de " El Diccionario de los Dolores Oscuros”.